Más allá de sus playas, excursiones y paisajes marinos, Bayahíbe alberga un tesoro natural poco conocido pero profundamente significativo: la Pereskia quisqueyana, conocida comúnmente como la Rosa de Bayahíbe. Esta flor no es solo una joya botánica por su rareza y belleza, sino que también fue declarada flor nacional de la República Dominicana en reconocimiento a su valor ecológico y simbólico. Sus delicados pétalos de un tono rosado suave contrastan con su origen inusual, ya que pertenece a la familia de los cactus, aunque a simple vista no lo parezca.
Este cactus arbóreo es endémico de la región de Bayahíbe, lo que significa que no se encuentra de forma natural en ninguna otra parte del mundo. Crece en suelos secos y pedregosos, adaptándose a condiciones difíciles, lo que resalta aún más su singularidad. Sin embargo, su existencia está amenazada por la urbanización, la pérdida de hábitat y el desconocimiento general sobre su fragilidad. Por eso, hoy se encuentra en peligro de extinción, lo que ha impulsado iniciativas de conservación tanto a nivel gubernamental como comunitario.
Conocer la historia y el contexto de la Rosa de Bayahíbe es una forma de entender más profundamente la relación entre el ser humano y su entorno natural en esta parte del Caribe. Diversas organizaciones ambientales, junto con autoridades locales, han emprendido proyectos de reforestación, protección y educación, enseñando a la población —y a los turistas— sobre la importancia de preservar esta especie. La flor se ha convertido también en un símbolo del compromiso ambiental dominicano y un recordatorio de la responsabilidad que todos tenemos en la protección de la biodiversidad.
Durante tu visita a Bayahíbe, puedes acercarte a este tesoro natural explorando jardines botánicos, viveros o áreas protegidas donde se cultiva y resguarda la Pereskia quisqueyana. Verla en su hábitat natural no solo es una experiencia visualmente encantadora, sino también un acto de conexión con una cultura que honra y defiende su patrimonio ecológico. En un mundo cada vez más industrializado, la Rosa de Bayahíbe florece como un llamado a la conciencia, al respeto y al amor por la naturaleza.